"Like most travelers stumbling into a mysterious place, we felt as if we were discovering it."

Ruth Arteaga: la última arriera de Vilcabamba >

Hubiera sido imposible llegar sin Ruth.

Junto a su esposo Nelson y su amigo Emerson, todos de Yanama, nos esperaba agazapada esquivando el viento helado a más de 3500msnm en un desvío encima de Huancacalle.

Las 4×4 y la señal de celular llegan hasta aquí.
En adelante iremos a pie hasta topar la trocha que sube por el abra Llamoja tres dias al sur.

Los arrieros también van caminando pero su esfuerzo es doble; deben controlar a las mulas y sus pesadas cargas. Las dominan, les gritan y tiran y jalan con cariño; deben perseguirlas, anticiparse, cuidarlas.

Se entienden bien.

Acero es el caballo de Ruth; es dócil y parece reirse mientras se abre paso por el matorral. No le afecta la altura.

El camino además de empinado es frío y solitario; el barro cubre fácilmente los tobillos.

los puentes de madera sobre los ríos son tan frecuentes como frágiles.

El moho hace que la madera resbale. Hay que cruzarlos con cuidado, sin pensarlo mucho.

Se respira agua.

Para quien recién se asoma por estos lares, todo se siente como una amenaza.
Pero no para Ruth.

En este momento recuerdo:
«Por donde el Apurimac rompe la cordillera en un voluntarioso afán de avance, la serranía peruana tiene una bravura de puma acosado. Con ella entorno no es cosa de andar al descuido».

Así empieza La Serpiente de Oro, que es el Marañón, pero que bien puede ser este otro gran río… que por el momento no se ve, pero se presiente; está más allá de esas cumbres, escondido en la profundidad del cañón que él mismo ha cavado durante milenios.

Ruth dirige a su fiel Acero con gracia mientras pisa firme los charcos de agua – lleva altas botas de jebe hasta debajo de las rodillas- y carga el maletín del dron que se le encargó cruzado en el pecho.

Nunca siente frío. tampoco parece agitarse.

Habla en quechua con Nelson, en voz baja y con frases cortas. Se entienden bien. 

Cielo, su niña de tres años,  los espera en casa; a tres días de camino.

Conoce esta zona a la perfección.

Ruth y Acero marcan el desvío en la ruta que habría pasado totalmente desapercibido por nosotros. Por aquí se accede a los valles de Mulluyoq
Ruth señala Ñihuapata ("lugar donde crece pasto para trenzar") allá vive Sergio Huamán. El lugar casi no se distingue dentro del monte.
Acero sobrio y feliz.
Nelson y Ruth; joven matrimonio de arrieros

Los arrieros salen siempre después que los caminantes; deben recoger el campamento y empacarlo para cargar las mulas con el equipo.

Lo increíble es que siempre llegan antes; descargan y arman todo de nuevo en el puesto siguiente.

Por más adecuado que sea el estado físico del visitante, dudo seriamente que sea posible aguantar este ritmo. Menos por 4 días seguidos.

La siesta de Nelson
Ruth y Don Poli; al fondo el glaciar del Pumasillo

40kms más tarde hemos cruzado Pacchayoq, un par de valles escondidos en las faldas del Pumasillo, repletos de caídas de agua y de misterio;

«A la naturaleza le gusta esconderse».

Es cierto.

Todas las veces que observé estos valles desde el otro lado del río Yanama, bajando por el abra San Juan a 4100msnm, me pregunté ¿qué habrá por allá?

Ahora me queda claro que lo que veía era sólo un pedazo menor de lo que hay; detrás de cada lomada se abre un valle y destrás de ese valle, otro más…

En medio de cualquier lugar, alguien ha levantado su casita.

Al final del día sólo queda darse cuenta que estos lugares, por más remotos que nos parezcan, son el hogar de alguien.

Aquí vive Ruth, la última arriera de la cordillera Vilcabamba.


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